5/10/17

ZAMA de ANTONIO DI BENEDETTO


Desde la primera imagen de la película imaginamos que ese personaje que mira el río es el que DI BENEDETTO describe con parsimonia en su magistral novela ZAMA.

Es víctima de la espera, padece la imposibilidad de la comunicación siempre, con lentitud extrema en su doble partida hacia la muerte. Va hacia ella no como una salvación, ni siquiera como una circunstancia, sino una necesidad. Lo deriva su puesto (funcionario letrado español, que aguarda ser trasladado a fines del siglo XVIII) para cumplir un mandato sin extorsionarse del todo. Busca una libertad que no está allá ni acá.

No hay garantías para su pedido: el hambre por la falta de pagos se acentúa y se hospeda en una taberna atendido por mulatas hasta llegar al punto de que su secretario le invita una comida.

El problema de la identidad aflora siempre, viven desarraigados de su entorno a la espera de un orden externo que los salve y justifique.

Con la esperanza de atrapar a un bandido: Diego de Zama (en la piel del actor Daniel Giménez-Cacho), emprende la demostración de su última imposibilidad. Para ello debe cruzar el límite de la civilización junto a una tropa de despojados, un ejército indígena famélico. Una tribu de indios ciegos guiados por niños, iban a un lugar donde ya no hay civilización alguna.

ZAMA es el cuarto filme de la cineasta argentina LUCRECIA MARTEL; ella confesó que una obra maestra como la novela de DI BENEDETTO genera: una euforia loca, un deseo de crear. Y a mi entender lo logró. Entre los extras los Qom son mayoría y hacen rancho aparte: no se mezclan con los actores profesionales y comen con la vista clavada en el plato. Rodada –además- en el Chaco argentino, allí están las comunidades qom, wichí, pilagá, chorote y mocoví.

Cuenta con un elenco internacional Daniel Giménez-Cacho (mexicano) la española Lola Dueñas y los argentinos Juan Minujín y Rafael Spregelburd, destacándose el logrado mexicano.

Selva Almada, escribió un libro sobre el rodaje. En el film los sonidos se amplifican, el agua suena, los animales parecen hablar y los paisajes cuentan con una lente muy virtuosa y lírica.

Sabemos que tuvo un intento anterior, en los 80 que no prosperó de Sarquís como director, creo que con esta coproducción, española- brasileña-argentina, nuestro gran mendocino ANTONIO DI BENEDETTO, desde otra dimensión, estará contento.