9/10/10

Palermo sin Evaristo Carriego es un mazo de cartas al que le falta la nuestra


Por Hilda Guerra

Qué puedo hablarles de Evaristo Carriego después de Borges, después de la Asociación de Amigos, fans, cultores de su memoria viva, voceros empeñados en avivar y encender su historia, si no la oportunidad de acercarme a la mía. Es significativa la obra que dejó en su corta vida cronológica, la influencia que ejerció, el guante que a partir de él recogieron los cultores del tango. Me parece un despropósito, una irreverencia, y también si me permiten una insolencia.
Para hablar del mito debemos pensar no solamente en una historia verdadera acontecida en algún momento y monopolizada luego por la creencia popular, sino en el vehículo no consciente ligado a otras significaciones que derivan en impensadas historias verídicas o no ¡cuantas verdades encierra una narración! ¡cuántas se trasmiten y cuántas quedan flotando en la memoria colectiva! como códigos de silencio que en algún momento afloran en el devenir de la historia.
Prefiero contarles un poema que ni siquiera Graciela Testa mi amiga de siempre, mi música de siempre, oriunda como yo del barrio ¡tal vez una de las más sensibles de este Palermo sensible! ni siquiera ella conoce :
Me pregunté tantas veces:
cómo pudo colarse la luz en tu poesía
a pesar de ver la vida a cada instante.
Tu verso es impiadoso de verdades supremas
mezclado con estrellas de palos borrachos
con coronas de flores para novias olvidadas.

Cómo pudo colarse la luz
en la frente alta de Mamboretá
horizonte de liturgia cancerbera,
perfil bajo de miseria con costura,
primor de muchachitas sin futuro
esas que sólo mostraban la liga de costado.
Inmortalizaste sus supremos fracasos.
A su paso desarticulado
le diste un socio de picardia,
al misterio oscuro de su canyengue
le diste un compás de salón.
¡Cuántas suceden con distintos ropajes!
vestidas con la ilusión de un mañana mejor.
Les regalás un bombín a cada una.
Un mago les acomoda los sueños.

Siempre me pregunté
cómo era posible la luz en tu poesía
esa que enceguece a quienes no quieren verla
con sus cadencias de humo y arrabal,
ventanitas obreras, madres teñidas de pena
canto lúgubre, nana de nostalgias
¡símbolos que cruzan el pensamiento!
Cómo pudiste encontrar mariposas de luz
en las tinieblas de tu respiración.
Le regalaste pulmones a tu viejo Palermo
abriste compuertas para vecinos
esos que atravesaron una esperanza cortita
con sonrisa de un rayo solar.
En tu mística hay gorriones y ángeles
magnolias que perfuman quejas
y un delicado equilibrio
perdurado en bandoneones.

Me pregunto una vez más:
cómo pudo colarse la luz en tu poesía.