4/9/10

Osvaldo Piro

por Hilda Guerra

Compositor, arreglador, bandoneonista. Treinta y un años después de su debut como director de orquesta es declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Obtuvo entre otros premios: SADAIC, Martín Fierro y Konex (1985).
Piro viene a llenar el bache que dejaron Troilo y Piazzolla y lo hace teniéndolos como referentes pero con total independencia. El parentesco es afectivo no sanguíneo. Además tiene condiciones innatas para capitanear agrupaciones numerosas.
Su estilo se ha refinado sin perder la identidad primigenia que lo caracteriza. Auténtico y jerárquico.
Profundidad que no hace concesiones en sus arreglos. Los de La Bordona de Emilio Balcarce son singularísimos. Cala hondo, como un estilete bien calibrado y en Libertango de Piazzolla dejó impreso su sello a punta de fuerza y talento.

Osvaldo Piro nació el 1 de enero de 1937 en el porteño barrio de Paternal (Buenos Aires). República Argentina. Comenzó sus estudios de bandoneón a los 10 años, con el profesor Félix Cordisco. A los 12 continuó con Domingo Mattio -instrumentista de Troilo. Amplió con Pedro Rubione y Julio Nistal (armonía), y filosofía de la música con Juan Francisco Giacobbe. Contaba sólo 11 años cuando formó el trío musical infantil: OSMASI- A los 14 comenzó a hacer su primer taller de tango, al integrar las llamadas orquestas de cambio. Las orquestas típicas, recurrían a los profesores para buscar instrumentistas avanzados. A los 15 integró la agrupación de Ricardo Pedevilla. A los 16 se incorporó a la orquesta de Alfredo Gobbi, con quien tocó seis años. También estuvo con Fulvio Salamanca.
El maestro debió sacrificar otras inclinaciones artísticas como la pintura, siendo un aventajado estudiante, el ritmo de los ensayos y las actuaciones no se lo permitieron.
Debutó como director, con su propia formación el 16 de febrero de 1965:
contaba 28 años. Contratado para abrir el Festival de la Falda (Córdoba) (Argentina), fue aclamado por una multitud de más de cinco mil personas. Lo premiaron por ser la revelación del año.
Reconoce como maestros a Alfredo Gobbi, Aníbal Troilo “Pichuco” y Astor Piazzolla. Aníbal Troilo y el poeta Cátulo Castillo lo adoptaron como ahijado artístico. Zita, la esposa de “Pichuco” a la muerte de éste le entregó uno de sus bandoneones.