10/8/14

Mi Barrio MIS PALERMOS

Que fui al colegio donde se educó Aníbal Troilo lo supe mucho tiempo después, posterior a mi interés por la música rioplatense. Cuando chica casi no reparé que hablaban de Pichuco cuando nombraban la calle  Soler o la cortada De la Cárcova donde el Duende del Bandoneón  había jugado a la pelota. Mejor dicho no me interesaba.
  Pero, por esas cosas del destino nací en Palermo y por elección vivo allí,  incluso me mudé en la misma casa varias veces –departamentos tipo PH.
    Mi niñez fue bendecida  por Palermo Sensible. Durante las clases de música, sobretodo en época de exámenes  era imprescindible transitar todos los días  la vereda de Evaristo Carriego. Antes, es decir, al cruzar las cinco esquinas, mis pasos se detenían en la insoslayable librería de Franco Tedesco. El guió mis primeras lecturas  con los rezongos insistentes de mi padre;  le parecían avanzadas para mi edad. Ahora allí está ubicada una casa de marcos. El librero se encargó de documentar que el poeta barrial era en realidad entrerriano y que casi todos los habitantes de la casa murieron de tuberculosis. Un imperceptible escozor me sacudía al pasar por su casa.
            En cambio caminábamos con descaro  con mis amigas  por el frente de la casa de la madre de la actriz Elsa Daniel. Teníamos la ilusión de encontrarla  cuando iba a visitarla. Ella era la heroína de una película que no habíamos visto, cuya historia pronto se había convertido  en éxito de taquilla La casa del ángel. También hacíamos un tour hasta el hoy Shopping  Alto Palermo para fisgonear  la casa de la esquina. Allí  vivía  la familia del actor Carlos Thompson,   que  había protagonizado  un apasionado romance con María Félix. Nuestra meta  era que el galán, radicado en el extranjero, cruzara los mares y nos firmara un autógrafo. Pobre Thompson sólo regresó muchos años después para visitar el barrio y aquejado por una fuerte depresión se pegó un  tiro en un hotel.     
            Recuerdo a la  niña-actriz Bárbara Mújica –que nos dejó tan pronto y con quién fui al colegio República Islámica de Irán de la calle Cabrera y Mario Bravo. Veo a través de una lente sepia a toda su talentosa familia; vivía en Billinghurst y Gorriti. Al churrero ...calentito los churro,chuurroo... siguió hasta hace pocos años con andar cansino portando su canasta y deleitándonos.    Barbarita  solía pasearse con un enorme tarro de aluminio antes de   llenarlo en la lechería  de la calle Soler del gallego Mateos, tío de mi amiga Mary.
            En mi propia casa –en la casita de adelante- vivía con sus hermanas Emilio Alfaro;  también murió joven.  A él casi no lo recuerdo de esa época, yo tendría cinco años y ya era un hombre que se perfilaba en el teatro y televisión.          Después me mudé a su casa –es decir pasé a la casita de adelante Billinghurst 1148 donde al llegar la democracia abrí el café-arte Alfonsina. Duró sólo un año. Para poder pagar los impuestos tuve la suerte de viajar a España con mi espectáculo de poemas y canciones NUNCA MÁS.
    En el Café-Arte tuvimos la alegría de homenajear, albergar y nutrirnos. Recibimos –entre otros-  a  exiliados como Humberto Cacho Costantini,  quien realizó un ciclo. Interpretó sus propias milongas. Antonio Di Benedetto, el escritor de Zama. Hamlet Lima Quintana dio recitales. Osvaldo Avena también. Héctor Negro,  Armando Tejada Gómez,  Golde Flami, Elcira Olivera Garcés. Pascual Cholo Mamone con su fueye, Pepe Colángelo tocaba con mi piano, Graciela Testa (guitarra), Cacho Méndez (percusión)  Rubén Derlis -sus libros-, Adriana Vega -su discurso- Jorge Göttling con sus seminarios sobre el dosxcuatro. Los Dynzel –danza-,. Homero Expósito, Julián Plaza, Oscar del Priore. El actor Jorge Rivera López, Chico Novarro, Beba Pugliese, Tino Rodríguez y su lunfardo, Mirta Arlt cpn la evocación de su padre, Federico Luppi, Horacio Ferrer. El grupo de titiriteros El gallo pinto interpretando a Javier Villafañe. Y tantos más que dieron  su arte en este querido
 café Alfonsina, que tanto lo recuerdan escritores como Juan Carlos Escalante o Graciela Paz. Fue inspirado por el legado de mi niñez, con un padre orfebre y una madre que no retaceaba  información sobre los artistas que conformaron el mapa de Palermo y a los que decidí seguirlos.    
  Ahora vivo en Palermo Soho –mentira- es el Palermo Viejo de mis abuelos. Frente a la legendaria  heladería Scannapieco, sólo que sin mediar un avisito consolador – después de haber pasado por décadas todos sus vecinos, incluidos los artistas antes mencionados, pusieron un aviso demoledor EN VENTA.

                                                                       HILDA GUERRA