6/3/20

JORGE LUIS Y LA TARJETA MAGNÉTICA

   





JORGE LUIS Y LA TARJETA MAGNÉTICA

         (novela)

Autora: HILDA GUERRA






                           Capítulo uno


         LA MOCHILA DE JORGE LUIS       


   Jorge Luis se dispuso esa mañana a ubicar los últimos útiles para el  colegio en la mochila. De sobra sabía que su mamá prefería que lo hiciese la noche anterior. Lo que ella no comprendía era que de esta forma siempre le faltaba algo y las veces que le hizo caso tuvo problemas porque olvidó materiales. En cambio cuando la arreglaba  a último momento nunca se olvidó nada. No le agradaba recurrir a los compañeros que de mal modo le prestaban los elementos y soportar además  las quejas por su  uso:

   -¡Che! Jorge Luis me gastaste el marcador - decía  Gustavo

   -Y bueno, tuve mucho trabajo - respondía-

   -Ya lo sé pero te pasaste y ahora ¿ qué hago? justo tengo que usar el amarillo.

   El ceño de Jorge Luis se fruncía:

   -Menos mal que sos mi amigo:¿ no podes usar otro color?

   -¡No! respondió Gustavo enérgicamente- necesito ése, y mi mamá  no  va a querer reponermelo.

   -¡Esta bien! ¡Esta bien! - mañana te traigo otro.

   Lo peor de todo era que al día siguiente se olvidaba o recordaba lo prometido cuando  estaba en el aula.

   Su madre le advertía que había que ser más cuidadoso y no malgastar nada porque eran épocas difíciles. Había  poco trabajo para todos  y era necesario ahorrar.Estimaba que otro tanto pasaba en la casa de Gustavo pero por un motivo u otro cometía omisiones  que creaban conflicto. Si  por alguna circunstancia Gustavo faltaba a clase  y los pedidos eran hechos a otros compañeros en general  se negaban :

   -Si sos desmemoriado, embromáte -replicaba Fernando- a mi nadie me presta nada

   -Yo te presto- intervenía Alejandra, con su mejor sonrisa. Jorge Luis prefería no aceptar sus prestamos, por varios motivos. No era demasiado generosa y si se enteraba Gustavo le hacía bromas de mal gusto:

  - ¡Son  novios! ¡ son novios!

   Esto lo ponía de mal  humor como si le diesen a tomar un vaso de limón puro.

  - No es cierto, qué te crees vos.

   Por otra parte si aceptaba  Alejandra se ponía muy cargosa  porque era una chica consentida y caprichosa que siempre trataba de llamar la atención:

   -Yo presto a quién quiero porque mis padres no tienen problemas de dinero. Me compran  todo  lo que les pido, me regalan  lo último que sale ¡la última moda chicos!

   -Se ve que no sufren el fantasma de la falta de trabajo, replicaba Cristina.

   - Ya salió la académica -intervenía María Sol.

    Así pasaban los días para Jorge Luis, mejor dicho los días que no preparaba bien lo que debía llevar a la escuela. Con tal de no soportar  estos discursos había tomado la costumbre de desoír a su mamá. Su método no le resultaba, el de la previsión como ella decía, el de no andar a los saltos a último momento . A él sólo le  acarreaba molestias.

   -Yo funciono mejor a las apuradas  Gustavo:

   Sabés lo que me dijo por teléfono  tu mamá los otros días :

   - ¡No! qué se yo.

   -Que el día que te cases vas a llegar tarde a la Iglesia.

   -¿Y quién piensa en casarse?

   - Cosas de mujeres -agregó Gustavo- todas piensan en lo mismo. La mía dice cosas parecidas.

                         

                                  



























                                    









                                            Capítulo dos  

                           LA TARJETA MAGNÉTICA

   Esa mañana Jorge Luis se dispuso a caminar las cinco cuadras que lo separaban del colegio sin pasar por la casa de María Sol. Estimaba que no le convenía mostrarse con ninguna de las dos, porque cada vez se ponían más suspicaces sus compañeros:

   -Vos no lo querés decir pero gustás de ella.

   -Avisá, a mi no me gusta ninguna.

   -Dale Jorge Luis,  siempre llegan  juntos.

   -¿Y eso qué tiene que ver?

   La mamá de María Sol  también le daba sermones:

   "Qué tuvieran cuidado al cruzar la calle"

   "Qué no hablasen con nadie"

   "Que no recibieran nada de ningún desconocido"

    ¡Qué patatín, qué patatán!

   Como si ya no tuviera bastante con su mamá qué le indicaba hasta adónde debía comprar las golosinas porque:

"Una no sabe lo que le pueden vender a los chicos, dentro del envoltorio de un caramelo puede haber  droga". Era necesario conocer a los comerciantes,  no había que concurrir a quioscos improvisados, con gente que no era del barrio ¡siempre había drama!

   Además de los consejos de su papá que sin ser del mismo tenor  se referían a los conductores de automóviles, a la falta de responsabilidad por parte de éstos lo que indicaba qué había que estar muy atentos al cruzar las calles,  porque en un segundo de distracción se le  podía ir la vida.

  El sol estaba demasiado lindo para amargarse de entrada, cargar con más advertencias y por si fuera poco arriesgarse con  las bromas  de los chicos.

   Al doblar por  Azcuénaga sintió como un presentimiento de que algo extraordinario iba a ocurrirle, se aceleró el corazón y sintió una dicha que se contraponía a la mala onda generalizada:

   ¿Qué le  ocurria?

    Algo  lo mareaba agradablemente.

   ¿Por qué se sentía tan bien, tan libre ?

   Las hojas del otoño estaban en el suelo, formaban  una alfombra de soles en las que hasta ahora no había reparado. Entendió en un segundo lo que decían los ecologistas, los que cuidaban el planeta. Sintió la profundidad de la Naturaleza y la belleza a su alcance.

  Vio surgir entre las hojas una tarjeta grande del tamaño de un cuaderno, color anaranjada. La levantó del suelo y al tocarla ésta le habló:

   -Gran parte de los problemas de la humanidad pueden resolverse con mis indicaciones. Vos sos el encargado de divulgar las enseñanzas.

   A pesar de la alegría que le llenaba el corazón Jorge Luis  pensó:

    -¡Será posible que todos me quieran enseñar! 













  

                                                    

                                         Capítulo tres 

                                 Secreto de amigos

   Jorge Luis se debatía en contar lo que le pasó o guardarselo.  Por un lado le atraía la idea de mantener el secreto y también  temía se burlaran de él.

   Al entrar al colegio vio a Gustavo, éste  tropezó con el escalón de entrada. Según la sabelotodo de su hermana mayor la torpeza en los movimientos se iba a acentuar  a medida que crecieran, ¡no sabían manejar el cuerpo! ¿Qué sabía ella? Por qué no se miraba al espejo  en vez de mortificarlo! ¡parece un escarbadiente parado! Tiene razón en tildarla "Olivia" el vago del "Chapa", aunque: tampoco se parecía a la novia de Popeye.

Jorge Luis se aprestó a ayudarle y al incorporarse se le cayeron algunos útiles de la mochila ¡allí estaba la tarjeta!

   -Gracías ché - dijo Gustavo sonrojándose.

  -¡Sos pavo eh!

   -Y vos sos de vivo - acotó sin hacerse esperar.

  Adentro del colegio notó a éste extraño, o a él le pareció porque la conciencia le remordía.   Dudó  un momento en que la tarjeta tuviese algún dispositivo que al tocarla se pusiera a funcionar y hablase. Además  hacía cosas disparatadas como moverse libremente por su escritorio, sonreirle, o achicarse , caminar entre sus pies y  guardarse  entre los cuadernos.

    Dirigió la mirada varias veces  a su amigo y le parecíó que éste lo ignoraba.  

  La seño había indicado un ejercicio de matemáticas y cada tanto lo observaba. Esto lo  ponía cada vez más inquieto. No podía concentrarse y deseaba el toque de salida  más que nada en el mundo. Todavía faltaba un recreo y la tarjeta que esa mañana le había dado tanta felicidad lo tenía preocupado  porque visitaba  a otros compañeros. Estos ensimismados en la tarea la ignoraban o  tal vez simulaban hacerlo. Tarde o temprano se

descubriría  todo  y le iban a preguntar  su  procedencia. El  no estaba dispuesto a hablar   aunque dudaba en compartirla con   Gustavo.

   La incertidumbre lo corroía:

   -¿Qué te pasa se puede saber ? - preguntó

   -¿A mí? nada, a vos qué te pasa que estás tan misterioso.

   -Es qué me pasó algo extraño, mejor dicho encontré algo raro.

   -Qué encontraste  una muñeca inflable o un tigre y lo metiste en la habitación.

    -No te burles que esto es serio.

   -¡Dale! desde cuando estás en cosas serias.

  -Tu ironía no me llega . Ahora estoy dudando en contarte.

   -Avisá, somos amigos o no ¿qué encontraste?

   -Una tarjeta.

   -¿Una tarjeta? ¿Y cómo es?

   -Aparentemente como todas. ¡No! no es como todas.

   - Si es del  banco tenés que devolverla. Los dueños deben estar preocupados.

   -No es como la tarjeta que perdió mi mamá y tuvo que hacer todos esos trámites para que a fin de mes no tuviera que pagar una cuenta fenomenal .   -¿Ah no? ¿y cómo es?

   -Es distinta, grande, mejor dicho grande por momentos, habla y todo.

   -¡Qué cosa! debe ser magnética - sonrió maliciosamente.

   -No, no, camina, me mira y se ríe, salta, y hasta da pasos de baile.

  Gustavo abrió enormemente los ojos.

      -¡Me parece que estás loco!

    -La tengo en la mochila, le  puse las  trabas para resguardarla. ¡Mira!

   -Qué bárbara ¡cambia de color! le crecen flecos, me hace cosquillas. Bueno, ¡bueno! -propuso serio-  mejor guardála, después la vemos en tu  casa. 

   -No se lo digas a nadie.

    -Vos tampoco, ¡estómago resfriado! Es un secreto.

   En el rostro de los dos chicos se dibujó una emoción que mucho tenía que ver con la intriga.

              

            

  





                               





                                  



                           





                                    Capítulo cuatro

                              El monedero electrónico



Para regocijo de los muchachos  la tarjeta por momentos funcionaba como monedero electrónico y los sacaba de muchos apuros. Incluso les permitió comprar unos apuntes de historia con los que sacaron una buena calificación y pudieron alardear delante de la presumida Alejandra:

   -¿Dónde los compraron? Qué bien resumido está todo.Así es fácil estudiar.

   -¿No es que a vos no te cuesta estudiar? ¡Te gusta tanto! !Te haces tiempo para todo!- dijo María Sol

   -Claro que me hago tiempo para todo, soy la mejor en danzas, y si sigo así mi mamá  me va a dejar ser  modelo. Con eso se gana mucho dinero.

   -No todo se consigue con  dinero -sentenció María Sol.

   -No pero sabés cómo calma los nervios.Eso dice la diosa de mi tía y tiene mucha razón.

   Jorge Luis y Gustavo se ponían colorados y nadie sabía por qué .

Si ellos querían, la tarjeta podía proveerles cualquier cosa, aunque no debían  abusar de ella. Sólo compraron  un par de helados.

   - Creo que le tenemos que dar un destino más importante.

   -Es cierto reflexionó  Jorge Luis. Vamos a tener que  inventar algo. Algo importante.  Algo  que diese que hablar al  mundo entero.

   -Qué decís si el inventor más grande es el que hizo la tarjeta y no nos atrevemos a usarla:

   -¡Y bueno !¿ qué  esperamos? 

 -Hay que ser cautelosos Jorge Luis, qué pasa si en vez de comprar un libro o un helado compramos ropas .

   -Tenés razón ¿cómo llego a casa -por ejemplo-  con zapatos nuevos?

   -Los reyes ya pasaron y nadie te va a creer que ellos te los trajeron.

   Jorge Luis se rió abiertamente, como solía hacerlo cuando estaba muy contento  pero al segundo una nube oscura pasó por su mente y reflexionó:

   - Creo que debemos meditar sobre lo que nos está pasando. Tengo la impresión de que podemos equivocar el camino.

   -Equivocar el camino, dále ché, si no es más que una tarjeta que alguno perdió y no la sabemos usar.

   -No, no ya no me habla cómo antes.

   -A decir verdad yo nunca la escuché -dijo Gustavo-  la debió perder algún ejecutivo extranjero, esos que están de paso.

   -Vos te referís a los que no  quieren invertir en el país como dice mi viejo.

   -Y... todo puede ser.

  La tarjeta sonrió desde el escondite del bolsillo de Jorge Luis y se juró que hasta que no cambiasen las cosas no haría más de monedero electrónico. De ahora en adelante se haría respetar. Incluso volvería a su primitivo tamaño.

       

     

              







                                  Capítulo cinco

                          EL CHAPA SE ENAMORA DE OLIVIA                        

La hermana de Gustavo era una muchacha sensata, muy criteriosa y a pesar de que le llevaba sólo tres años a su hermano se sentía un poco su madre. A decir verdad  así la sentían también varios  amigos de éste:

   -Yo cuando tengo alguna duda la consulto -opinaba María Sol.

   -Yo no sé cómo podes fiarte de ella ¡es tan anticuada! argüia  Alejandra.

   -Olivia a pesar de todo es macanuda -decía el Chapa, a quién no pasaban desapercibidos sus ojos azules.

   Era mordaz en sus comentarios con respecto a la chica, pero cuando alguien la atacaba aunque fuera en forma solapada salía en su defensa.

    Sé que me apodaste Olivia -lo interpeló un día- en fín después de todo no es tan feo. Total Marta no me gusta.

   -No te enojes preciosa, si yo no lo hago con malas intenciones  -sonrió con picardía.

(Preciosa, ¿preciosa había dicho? ¿cómo era posible? ¿ella había entendido bien?)

   -No es necesario tener malas intenciones para ocasionar daño.

   --Querida Olivia -dijo poniéndose serio- quiero decir ¡Perdón! Marta, espero no haberte ocasionado ningún daño.Esa no es mi intención:

   -Ah sí -dijo significativamente- y cuál es tu intención al ponerme ese apodo y reírte de mí.

   -Qué te fijes en mí  -dijo el Chapa- estás siempre  ocupada en cosas más importantes ¿no?

    El tono empleado por el muchacho y la mirada sostenida la descolocaba y bajó la vista. El Chapa ni lerdo ni perezoso exclamó:

   -Cómo quisiera encontrar una tarjeta mágica para regalarte flores e invitarte con un choripan : así se te pasa el enojo ¡piojo! -digo- ¡piojito!

   Marta rió.El Chapa no podía con su genio.

   - ¿Te parece romántico tener una flor en una mano y un choripán en la otra?

   - ¿Y por qué no ? ¿Acaso no son buenas las dos cosas?

   -Y... sí -dijo  pensativa- puede ser pero...qué es eso de la tarjeta mágica.

   -Se  comenta que Jorge Luis y tu hermano encontraron una tarjeta requetebuena con la que  compran cosas.

   -Hay Dios mío en qué andarán  -dijo preocupada.

   -¡Olivia! -digo- Marta, dejáte de preocupar por tu hermanito que ya es bastante grande.

   - Esos  dos juntos son un peligro.

   -Terminála,  llevame un poco el apunte a mí ¡me voy a poner a llorar! -dijo extendiendo los brazos- para luego colocar las manos en el pecho y recitar:

                     ¡Mi corazón hace toc toc por vos!

                  ¡yo gusto de vos!

                               ¡y vos qué  decís Olivia!

                                    digo   ¡Marta! ¡bueno piba! 

                                       ¡qué tanta historia!









                        



                               Capítulo seis

                     EL SUEÑO DE JORGE LUIS

Hacía días que Jorge Luis se sentía raro. Sus sentimientos eran confusos y su carácter pasaba de la alegría a la tristeza sin que ocurrieran cosas importantes para lo uno o lo otro. Su confidente amigo Gustavo le restaba significación a esto pero  sospechaba que su alma estaba tan inquieta como la suya. Verdaderamente lo de la tarjeta no había sido una fantasía, los dos la vieron  moverse como si tuviese vida propia. Él la escuchó reír:

   -En un principio pensé que estabas loco ahora me parece que me contagié- confesó Gustavo

   -Viste, viste, pero esta tarjeta multiuso está muy quieta esta mañana, ¿estará de huelga como las maestras?

   Antes reía y saltaba de un lugar a otro y decía:

   -La humanidad debe dar un salto, un salto evolutivo pero hacía la espiritualidad. Todo es violencia.

   Ante estas manifestaciones los dos chicos se miraban perplejos y hasta sentían  temor:

   - Miedo a lo desconocido  ¡es normal! hubiese dicho Olivia, que no se perdía oportunidad en manifestar que inventaban y  sermoneaba con que si Jorge Luis había encontrado una tarjeta mejor que la devolviese. Su hermano le respondía que pensara lo que quisiera, que no le iba a decir nada  porque desde que se veía con el Chapa no confiaba más en ella.

   Sin embargo ahora la tarjeta  parecía un cartón desprovisto de sensibilidad y esto los conflictuaba. Tenía que haber una explicación  y ninguno de los dos  la encontraba.

   Esa noche Jorge Luis comió más de lo acostumbrado, lo hizo  sin sentirle el gusto a la comida y en forma apurada. Como si  quisiera tragar todas las dudas que desde hacía dos días lo acompañaban. Tenía muchas preguntas y no sabía a quién debía hacerlas. Era evidente que las elucu- braciones   sólo conseguían confundirlo más.

 Ni bien apoyó la cabeza en la almohada se sintió transportar a un lugar donde el Tiempo reinaba. Éste tenía aspecto de ser humano pero no se distinguía el  sexo. Podía ser hombre o mujer.

   -Si nos atenemos al lenguaje el tiempo es masculino.

   -Los cánones con que ustedes se rigen no son los mismos.

   -Y ¿quién tiene la razón? -preguntó Jorge Luis cancheramente.

  - La razón es abstracta.

   -Vos debes ser amigo o amiga de Olivia o Cristina -dijo fastidiado- ¡la razón es abstracta! ¿Qué es eso?

   -La razón es de acuerdo al criterio de cada uno. Además lo que en una época fue bueno se puede transformar en malo. Todo es cuestión del Tiempo. O sea todo depende de mi que soy el Rey.

   (Todos son reyes, reyes del fútbol, reyes de la verdad- masculló)

   El Tiempo comenzó a caminar de un lado al otro y a agitar los brazos:

   Antes se usaban monedas: y  una lluvia de monedas de oro comenzó a tapar a Jorge Luis hasta llegarle al cuello.

    -¿Qué harías con todas estas monedas? le preguntó el Tiempo

   -Trataría de darles una pensión a los que no tienen trabajo. No: mejor usaría una parte para...

   -¿Para qué? ¡pensa bien!

   -Para remediar... para ayudar...a los que no tienen trabajo.

   -¡Entonces! ¿para qué ocupen su tiempo?  

   -¡Eso! ¡Eso! mi papá dice que no hay nada peor que un desocupado.

   -Crear fuentes de trabajo. Y vos crees que te servirían las monedas o serían un estorbo.

   -No, como van a ser un estorbo, hay que reducirlas y con ellas obtener el dinero necesario.

   -No te parece que la tarjeta es de más actualidad y te evita el trabajo.

   -Si no se pone terca como la que encontré. Puede ser.

   - Todo es cuestión de épocas - repetía como una letanía-  del Tiempo. Yo soy el Rey.

   (Éste engendro me tiene cansado )

    Todos los hombres del universo tienen una parte de mí, sólo que no la saben usar. Y vos tampoco, y tu amigo menos.

   Tampoco, tampoco refunfuñó Jorge Luis al despertar: todos te quieren dar lecciones, hasta los sueños  ¡qué mala pata la mía!













  



                                  











                                           Capítulo siete

                            MARIA SOL  Y LAS MONEDAS DE ORO

Hacia tiempo que Jorge Luis no visitaba a María Sol. Tampoco conversaban en los recreos. Cada  vez se lo veía más enigmático  y no se separaba de Gustavo. Parecían pantalón y silla. Siempre pegados. Había muchos comentarios  en  torno a esto. Alejandra no se perdía oportunidad de hacerle  a María Sol confidencias como éstas:

   -Jorge Luis tiene un monedero electrónico y me hace regalos .

   -¿Te hace regalos? -dudaba ella- ¿y dónde están?

   -No puedo mostrártelos porque son de mucho valor y no los traigo al colegio.

   -¡Qué raro! -replicó-  no le gustaba su  tono suspicaz e intrigante y menos como  Jorge Luis se comportaba. Tal vez por ese motivo  se acercó a Fernando:

   -¿A la salida vas al club o a tu casa?

   -Todo depende si me dejas acompañarte ...

   - ¿Y por qué no, acaso alguna vez te lo negué?

   -Algunas veces te ibas apuradita con Jorge Luis pero desde que tiene monedas de oro te deja plantada por Alejandra.

   -¿Cómo es eso? -preguntó alarmada.

   -Así como lo oís de la tarjeta saca monedas de oro y se las regala a Alejandra. Ella dice que  las va a guardar  hasta tener una fortuna.

   El timbre cortó la conversación y por la cabeza de María Sol pasaron mil pensamientos:  Jorge Luis procedía mal, Jorge Luis estaba metido en un lío, Jorge Luis  podía ir preso.

 Pensó en hablarle a su amigo para que desistiera pero luego se dijo que no  lograría nada ¡eran un par de testarudos! Convenía  hablar con Marta.  Con ella se podía analizar y trazar un plan para ayudarlos. Iban por mal camino:

   -María Sol, esperame -se adelantó Fernando- ¿para dónde vas? ¿te olvidaste de lo que acordamos?

   -Disculpame Fernando, voy hacia otro lado:

   - Son todas iguales -refunfuñó Fernando- sin  disimular su enojo.

   A ella no le alcanzaban las piernas para llegar  a la casa de Gustavo. Se olvidó de las recomendaciones del aerobismo. Sentía miedo de que ocurriese lo peor, sólo deseaba que  Marta estuviese sola. Llegó muy agitada.

   -Pero...qué te pasa, quién te corre.

   -Estoy preocupaba Marta, Jorge Luis y tu hermano están en algo raro, dicen que tienen monedas de oro y presiento que les puede pasar algo grave.

   Marta se echó a reir:

   - Cómo cambian las cosas.  Fue un sueño que tuvo Jorge Luis, hoy escuché  al pasar que se lo contaba a mi hermano..

   -Entonces Alejandra me engaña -dijo suspirando-  dice que se las regaló a ella.

   -Como podes creerle a esa mentirosa.Soñó hasta con poner una empresa, o algo así.

   -Y yo que estaba tan preocupada.

   -A mi, me parece -dijo Olivia- que los celos te tienen mal. No debes hacer caso a esos infundios.Tanto Gustavo como Jorge Luis tienen ideales.

   -Ya se que son buenos chicos -dijo arrepentida.

   - Quieren como vos que todos tengan trabajo y ni se les pasa por la cabeza hacer nada malo.

   -Dicen que sacan dinero con la tarjeta .

   -Todo eso es falso. La fantasía de un sueño con el que quieren dar trabajo a todo el mundo:

   -A todo el mundo menos a mí  -decía el Chapa- tirando para atrás su  pelo ¡A mí el trabajo me da alergia!, pero Marta que siempre había creído en la teoría de los efectos contrarios, bien sabía que no era cierto:

   - Entendé bien María Sol cuando algunas personas dicen una cosa  poné la firma que piensan al revés.

   -¿Entonces lo de Alejandra no es cierto?

   -Claro, quién lo duda ¡zonzita!¿no te vas a poner a llorar ? Tampoco  es cierto que a Jorge Luis no le importas. A él también tenes que medirlo con esta vara. Si te elude es porque le interesas.

   María Sol se fue exultante. Era indudable que la compañía de Marta siempre le hacía bien.

Con respecto a esa teoría ella tenía mucha razón y además  sabía un montón. Si no cómo podía ser que una chica tan sensata, tan medida y fina se fijase en alguien  como el Chapa que molestaba a todos los vecinos por  teléfono. Decía que había que aprovechar porque en cuanto los teléfonos tuviesen pantallas para individualizarlos  se acababan las cachadas:

            ¡Abuelita apúrese! ¡Apúrese! Vaya a la cocina que  hierve la leche.

            ¡Señora! ¿no está su marido en casa? vaya a saber con quién está.

     -¡Si será atrevido el Chapa!

                                    



                                   Capítulo ocho

                 REUNIÓN DE NAVEGANTES

   Las murmuraciones entre los amigos había llegado a tal punto que nadie creía en nadie. Uno pensaba del otro que lo  contado como sucedido  había sido  un sueño.

 Pasado unos días, los encuentros para intercambiar opiniones  se transformaban en una sarta de  tervigersaciones y las bromas  al respecto subían de tono:

   -Para mí que la tarjeta es de Alejandra y para darse aires se hace regalos a ella misma.

   -Ni ahí  -intervino Sandro- que recién se incorporaba porque había tenido gripe-  ¡en la casa no comen huevos para no tirar la cáscara!

 -No es para tanto -dijo Fernando- son buena gente. Mi viejo dice que para tener hay que cuidar.

   -Ustedes son parecidos ¡bastante tacaños!  -acotó Alicia.

   -Apareciste borrada -se defendió Fernando- y qué hay si somos parecidos.

   -Nada, nada, pero yo no creo ni la historia de la tarjeta y menos la de los regalos.

    En ese momento entró Jorge Luis y consideró necesario hablar al respecto:

   -Como ya estoy cansado de tantas habladurías los invito a mi casa a la salida: ya les contaré.

   -Esta bien flaco  -dijo Sandro carraspeando-  yo me ocupo de avisar a la banda  ¿va a haber chizitos?

   Al enterarse Gustavo de la idea  de su amigo  temió que todo se empeorara. La tarjeta que ya  no hacía travesuras y parecía un simple cartón podía volver a las andadas. A navegar por rutas desconocidas,  como supo decir en las épocas que le hablaba a Jorge Luis.

   A la hora de la cita los padres de éste estaban trabajando. La mamá había conseguido unas ventas a domicilio porque al padre le habían bajado el sueldo.

   Todos entraron en silencio hasta que Alejandra preguntó:

 -¿ En esta casa no hay personal ni mucamas que nos sirvan ?

   -¡Ma que mucamas!  gracias si tienen algún cacho de pan  -intervino el Chapa  zumbón.

   -Ya empezamos  -acotó Fernando-  en tono amenazador.

   -Basta chicos  -propuso María Sol-  sino voy a llamar a Marta.

   -No  -gritó Gustavo- ya la aguanto bastante en casa.

   -La verdad  -dijo el Chapa-  es bastante rayada pero tiene unos ojos -suspiró.

   -¡La querés terminar! -replicó el hermano.

   -Bueno basta de pavadas -dijo Jorge Luis-  los invité para mostrarles la famosa tarjeta.No dice de quién es  ni a qué empresa corresponde, ni siquiera tiene un número impreso.¿A quién se la voy a devolver?

   -A los navegantes del espacio -dijo Cristina con picardía.

   -La policía no puede reclamarnos nada como andan diciendo por allí -agregó Gustavo.

   -En realidad  a la única persona que se la mostré fue a él .

   -Y por qué tanto secreto -pregunto María Sol- estábamos preocupados.

Sobretodo después que Alejandra dijo que le regalaste monedas de oro.

   -¡Eso es una mentira! se defendió Jorge Luis.

   -Ustedes no tienen sentido del humor. Mi papá me regala monedas de oro y les hice una broma.

   -Monedas de oro en esta época ¿de dónde las saca? ¡Hum! ¡en qué truchada andará

    -¡Basta! -gritó Fernando- mientras María Sol  miraba amorosamente a Jorge Luis .

   -Tu broma despertó sospechas y nosotros nos vimos involucrados - dijo Gustavo.

   -¡Bueno! para que se acaben las confabulaciones  les presento a la tarjeta . No tiene nada de particular como pueden observar.

 Los chicos la miraron  con atención y en el rostro de cada uno  se dibujó la desilusión:

  - Y yo que pensé que salíamos de pobre -dijo el Chapa.

   -O que podíamos navegar por Internet.

   -Para eso hay que tener mucho dinero. No pertenecemos al primer mundo. Gracias si tenemos en el cole una P.C. cachusa qué ni puede entrar en el sistema de la Biblioteca Nacional.

   -Para mí es una tranquilidad porque esto podía comprometernos a todos por encubridores -reflexionó Cristina.

   Gustavo se acercó e hizo algo inusitado: le dio un beso.

   -Yo pienso igual aunque la idea de que con ella se podía crear fuentes de trabajo me seducía -dijo María Sol.

   - Quién te contó ese sueño  -preguntó Jorge Luis.

   -¡Ah!  se dice el pecado pero no el pecador -le respondió.

Después de unos minutos  cada uno  pareció enfrascarse en sus propias cavilaciones.

   -Para mí hay algunos puntos oscuros -dijo Alicia- es como un presagio.

   -Las mujeres son todas iguales   -reflexionó Gustavo- ¡siempre buscan  una pata más  al gato.

   Sandro bostezó y dijo:

 - En vista  de que aquí no hay nada para comer...

-Dirás que estamos más pobres que las ratas -coreó el Chapa

   - Por lo tanto señores, los voy a privar de mi  grata compañía¡Me retiro!

   En ese momento la tarjeta se despertó, se agrandó, le crecieron manos. Manos que portaban platos con bizcochos  dulces y salados y una jarra enorme que llenó en  vasos multicolores.

   Azorados y mudos  en un principio no se atrevían a servirse hasta que:

    -¡Qué chabona bárbara! Ahora sí que le voy a regalar a Olivia un perfume francés.

    Jorge Luis agrandó  más todavía sus ojos  y miró significativamente a Gustavo.

   Comieron en silencio. La tarjeta les habló antes de ubicarse de nuevo en su  mochila:

   -Esta noche tendrán sueños en cadena y recibirán los mensajes correspondientes. Podrán navegar por rutas inimaginables.





                                    



                                  

                                    Capítulo nueve

                          EL SUEÑO DE LAS NINFAS

      Todas las chicas que habían participado de la reunión tomaron actitudes similares después de la cena. Por lo general miraban televisión hasta pasado el horario de protección al menor.Argumentaban  que ya no eran pequeñas .De nada servían  las recomendaciones de sus  padres sobre lo que les costaría madrugar al día siguiente. El caso de  Alejandra era distinto,  era la única del grupo que tenía una P.C. y  por lo general se entretenía con  los jueguitos que no compartía con nadie. Ultimamente  pensó en  invitar a Fernando ya que era mucho más simpático que Jorge Luis.

   Casi a la misma hora ellas se fueron a su habitación y lo  más curioso  fue que apagaron las luces al mismo tiempo con la intención de dormir.

  Salvo María Sol que daba vueltas en la cama, las demás entraron en un sueño profundo. Como si hubiesen acumulado el cansancio de una excursión que les hubiera demandado la ascensión a una montaña empinada.

   Alicia en el apuro por entregarse a los brazos de Morfeo se había olvidado de hacer sus oraciones y en un momento entró en un tubo largo y oscuro que la obligó varias veces a pedir auxilio.

   -¡Socorro! !¡socorro! soy Alicia la ninfa de la gruta y me estoy ahogando.

   Un ser despiadado le apretaba el cuello, sus ojos eran refulgentes y las manos  velludas:

   -Vos vas a navegar por la ruta del infierno porque sos la encargada de divulgar que el infierno existe:

   Alicia muerta de miedo pensó que brasas calientes la rodearían  pero por el contrario se sumergió en aguas oscuras y malolientes. Los pelos horribles de esas manos-tenazas le hacían cosquillas en la cara.   

   Cristina fue la ninfa del bosque. Se quedó encantada con este atributo porque la fragancia que aspiraba era sublime:

   -El resto de tu vida -le explicó una bella mujer de ojos luminosos- tendrás que enseñar a cuidar los árboles.

   María Sol en cambio mantuvo un diálogo con Marta bajo la mirada burlona del Chapa.

   - Cuando vos no estás los chicos se pelean.

   -Tengo entendido que ayer  hubo paz -respondió.

   -¡Olivia! después de la paz viene la guerra -murmuró  el Chapa.

   Ella que siempre manejaba una oratoria convincente se quedaba muda cuando el muchacho la miraba a los ojos:

   -Preciosa Olivia soy tu Popeye. Conmigo volviste a nacer: que digo renacer -como lechuga en agua fresca -¿formamos nuestro cotorro? -digo nido.  

    Sólo atinó a decir:

   - Sos incorregible ¡ zalamero! y conminó a  Mara Sol  a  sonreír.

   -Más que zalamero es un sinvergüenza-

   -¡No te lo permito nenita!

   -Calláte querés  -dijo preocupada- lo de la tarjeta era cierto y ya no sé si Jorge Luis no le hizo regalos a Alejandra.

   Alejandra en cambio fue designada  por una mujer de antenas doradas como la ninfa de las comunicaciones. Tenía que navegar por las rutas de todas las computadoras y evitar los virus. Para ello le entregó un polvo mágico que debía mezclar  junto con algas, cortezas de árboles milenarios de la India y camalotes especiales del Delta.

   Las muchachas al despertarse estaban confundidas: Cristina sabía que las ninfas eran divinidades menores y no le alegraba la idea de enseñar toda la vida lo mismo. Era hora de que  tomaran conciencia del daño que se estaba haciendo a la Naturaleza y los perjuicios irreparables que ello ocasionaba.

   Alicia no salía del estupor:  el  infierno que conocía  estaba representado  por el fuego. En  cambio  parecía que  había otros  infiernos  y a ella  le alcanzaba con el conocido: "Todo este lío por dormirme apurada y no rezar".

    Alejandra consideró que le habían  encargado la misión más avanzada y se preparó el discurso:

   -Yo no sé si ustedes tuvieron el privilegio de soñar, pero a mí hasta en sueños me dan lugares de privilegio.

    La salida del Chapa no se hizo esperar. Para esto impostó la  voz:

          Alejandra, anda, anda por las rutas de los piratas

                   ratas,  ratas,  de la información:

   -¡La terminas plomo! -dijo ofendida. No entendés lo que significa un virus en la computadora.

    -Si que entiendo,  lo que entiendo muy bien es que sos una requetepresumida y  no creo  que los puedas atacar, aunque pensándolo bien   ¡entre microbios se entienden!

             -Haya paz, haya paz,  -intervino Olivia.





                          

                        Capítulo diez

                    LOS HACEDORES DEL ESPACIO

Jorge Luis  no podía dejar de sonreír con picardía al recordar la cara de sus compañeros. Se sentía feliz de haber recuperado su  tarjeta dorada.  

 ¡Todo lo que tocaba se transformaba en oro! Consideraba  que  era la punta de un ovillo con la que podría conseguir la felicidad.  Era portadora de la solución de problemas serios que no sólo  aquejaban a ellos sino a la humanidad entera. En realidad esto lo experimentó desde un primer momento.  Después con el correr de los días, las habladurías y su comportamiento  esquivo, todo se complicó :

   -¿Viste la cara del prueba-colchones  de Sandro?

   -Tenía un julepe - para que él titubeara en servirse -le respondió Gustavo.

   -¿Y la de Alicia?

    -  Nos iba a dar una clase de catecismo  cuando aparecieron los vasos con naranja. Se le congelaron las palabras.

   -Menos mal que pude aclarar las cosas con María Sol- dijo Jorge Luis.

   -¿Cómo no es que no te interesa? - replicó severamente Gustavo.

    Se  había quedado a dormir en su casa para hablar de cosas más divertidas.  Era peor que su hermana.

   En ese momento un viento cerró el cuarto de Jorge Luis:

   -Ni siquiera estudiaron ¿se van a poner a dormir o piensan seguir con la charla?

  La que hablaba era la tarjeta. Ellos  la miraron embelesados  hasta que Jorge Luis  aprovechó para:

   -Tenemos que hacerte una consulta: mi viejo dice que  es perjudicial el ingreso de inmigrantes, por el tema de la falta de trabajo ¿sabés? ¿vos que opinás?

   Como respuesta  dijo:

  - ¡Estoy con mufa los únicos que no duermen son ustedes¡

   - Ja, ja, se te pegó la forma de hablar del Chapa- dijo Gustavo.

   -Qué Chapa ni  pelado ¡a dormir que para eso se hizo la noche!, no para los bailecitos, ni las discos.

   -No te dije yo -argumentó Jorge Luis-  ¡todos te enseñan hasta una sim-ple simple tarjeta:

   Esta lo miró fijamente, se agrandó y trasformó,  llegó a pesar casi medio kilo de oro. De un costado  sacó un puñó que no llegó a golpear la cara del muchacho pero al rozarlo le produjo un sueño instantáneo . Gustavo tuvo que sacarle los zapatos porque cayó rendido en la cama. Con este antecedente a él  no le quedaron ganas de bromear y apagó la luz.

   Tanto Fernando como Sandro y el Chapa estaban suspendidos en un sueño :

   -Los están esperando a ustedes. ¡lentejas! dijo la tarjeta. Es muy feo que-dar atascados en ese trance y todo por unos  cabezaduras, ¿no les advertí que tendrían sueños en cadena?

   -Olvidaste decirnos  que íbamos a estar separados.

   -¡Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas!

   -La quieren terminar -dijo ella que ahora lucía un color rojo intenso-

¡cada uno ocupe su lugar!

   Jorge Luis caminó por la calle Peña y enfiló para Azcuénaga allí se encontró con el Rey Tiempo y  antes que empezara con  sus peroratas le dijo:

   -Voy a saltar las barreras imaginarias del tiempo y construiré una ciudad modelo.

   -¿Modelo de qué?

   -De paz, tranquilidad y  trabajo. Donde todos vivan en armonía, donde no se agreda a la Naturaleza.

   Allí se multiplicaron las tarjetas: la del trabajo dijo:

  - Se van a cansar de tener trabajo.  Van a  transpirar,  no van a  tener  tiempo para pelear. Hay zonas densamente pobladas y otras con grandes extensiones sin cultivar  ¡A viajar señores y a no crear conflictos!

 Son todos hermanos, amarillos, blancos y negros.

Ella ordenaba el embarque de los unos y de los otros:

   - Con buena voluntad y con inmigrantes legales se arreglan muchas cosas  -repetía. No los  ilegales  explotados.

  La tarjeta de la tranquilidad inquietó a Jorge Luis . Le mostró aguas turbulentas que finalmente desembocaban en un remanso:

   - Para alcanzar la tranquilidad de espíritu hay que ser responsable de cada uno de nuestros actos. Recién después se puede analizar al otro y si está equivocado -con mucha paciencia- sin poner  cara de amargado- hacérselo comprender.

   La tarjeta de la paz era de lo más coqueta:

   -Con sólo tres letras tengo al mundo en vilo ¡es hora humanos de que vivan en paz¡

   -Y las diferencias sociales, y de credo -preguntó tímidamente Jorge Luis.

   -Las primeras son creadas por ustedes mismos.¡De egoístas nomás!  y las segundas hacen más divertida la vida. Es cuestión de mixturarse y  respetarse.  ¿No te parece?.

    Jorge Luis  recorrió en pocos minutos los espacios infinitos que comprendían este mundo y los posibles a crearse.Vio seres fantásticos.

 Eran distintos pero estaban cerca de su corazón, hablaban  otro lenguaje pero igualmente se  entendían.

   Gustavo navegó por un espacio de cables y recorrió distancias siderales en pocos segundos. El rey Tiempo lo esperó en una frontera de humo que separaba la  Luz y  dijo:

   -Si el humo se junta con la luz, esta será un poquito más oscura.Vos sos el encargado de nivelarla.

   -¡Yo no entiendo un comino! -manifestó  al despertar.

  Sandro en cambio  fue sacado de la cama violentamente e instado a comer menos y  trabajar con la inteligencia.La tenía un poco dormida de tanto descansar.

   Fernando por el contrario soñó que tenía muchos humos en la cabeza y que si no cambiaba de actitud junto con  Alejandra  iban a naufragar por  borrascas.

   El Chapa, visitó una planta experimental de cultivos sin fertilizantes y el duende de la risa le recitó:

                     Con aplomo comemos   sin abono

                  con la batata ganamos plata y

                      con el pepino tomamos vino

            

                              

                                   Capítulo once

                               LA TÍA MACANUDA

Para Jorge Luis la tía de Alejandra era una mujer "sin edad"  porque  comprendía  los problemas de chicos y grandes y se llevaba bien con todo el mundo:

   -Tan distinta a su sobrina -acotaba María Sol.

   -Es cierto  -replicó Gustavo- ¡no parecen de la misma familia!

   - ¡No es para tanto! -dijo Jorge Luis -pero  al percibir la inquietud  de María Sol agregó-  en realidad tienen razón ¡una se parece al  limón y la otra al azúcar! debe ser la compensación genética.

Enseguida notó la aprobación de la chica y no le importó la gastada de su amigo:

   -Compensación genética, -ja ja- ¿vos también te haces el académico?

   Esta mujer solía hacer reuniones con  los amigos de su sobrina. Vivía en el barrio de Belgrano en  una casa enorme,  con muchas plantas siempre llenas de flores. Invierno y verano. Azaleas de distintos colores, iris,  hortensias, jazmines , rosas, alelíes ,malvones, jacintos y las eternas margaritas que como un ritual ella misma deshojaba para ver si la querían mucho, poquito o nada.

  - Mi sobrina hoy me quiere mucho porque los invitó  a todos ustedes. ¡Pasen! ¡pasen!

   A ellos les encantaba peregrinar hasta ese lugar. La diversión  comenzaba cuando subian al  colectivo 6O.  Una vez intentaron  complicar el conductor  porque Sandro perdió la moneda; aunque el Chapa aseveró que se la gastó en un sandwich. Le preguntaron a qué hora volvía a pasar y   les pidieron  el favor de llevar gratis al "enfermito".  Sandro se puso colorado hasta las orejas:

   -¡Me las van a pagar! ¡me las van a pagar!.

    Hoy la reunión obedecía a algo más serio pero igual era una fiesta. De entrada les sirvió helados y ante la sugerencia de su  sobrina:

   -¡No te parece tií que hace un poco de frío y nos va a hacer mal a la garganta! - replicó :

   -No le hagan caso chicos, mi abuelita decía ante declaraciones parecidas  que eran para no convidar- Hay mucho helado Alejandra, ayúdame a servir y no pongas esa cara de malcriada que ya no sos chiquita.Bien sabés que yo tengo una sola sobrina -les guiñó un ojo a ellos  y terminó-  y esa sos vos.

   -¡Con una como ésta le alcanza y le sobra doña! -dijo el Chapa que hasta ese momento se había portado de maravillas.

   Al finalizar el postre y en forma imprevista la tía Maravilla como la apodó  Alicia preguntó:

   -¿Qué les anda pasando?

   -¿A nosotros? -preguntaron al unísono.

   -Sí a ustedes; me huelo que esconden algo.

   -En realidad pasan cosas raras -dijo Cristina

   Fernando se levantó del asiento y dijo:

   -Todos pensamos mal en un principio de Jorge Luis y Gustavo.

   -Porque son unos malpensados -replicó  Jorge Luis.

    -Yo  puedo asegurar que ellos no hicieron nada incorrecto. Por eso estoy aquí. -dijo Marta

   -Mirá Olivia, no te hagas la estrecha, vos viniste para verme a mí.

   La tía Macanuca como la había apodado el Chapa rió  y Marta bajó la vista.
   Jorge Luis tomó la palabra y expuso con lujo de detalles lo que sucedía.  Cuando el relato llegó a la etapa de los sueños  cada uno de los presentes narró el suyo y a la tía Maravilla-Macanuca no le pasó desapercibido el susto de los que quedaron suspendidos entre uno y otro.


  - ¡Bueno chicos! vamos a tomarnos un recreo. ¡Vamos a escuchar música! Esto es demasiado complejo para apresurarnos.

   -La tía macanuca se nos queda muda -dijo el Chapa para agregar:

  Hoy sí que le trajimos un paquete difícil de desenvolver.

    -Tenés razón pero no hay nada que con buena voluntad no se pueda resolver.

  Si la mujer dudó de la veracidad de lo que le contaron nunca lo supieron.En ningún momento les preguntó si estaban seguros, si no serían  fantasías producto de ver mucha televisión. Ni siquiera cuando el Chapa con una de sus acostumbradas salidas expresó:

   -Estamos peor que las vacas locas de Inglaterra.A la única que nos atrevemos a decírselo es a usted. Si se lo contamos a los profesores son capaces de mandarnos a sacrificar como a esas pobres bestias.

Lo que sí le quedó claro fue que cada uno de ellos quería poseer una tarjeta;  entonces les sugirió:

   -Dependemos de nuestro pensamiento, y no hay nada que no podamos

lograr si lo deseamos fuertemente. Piensen en qué le pedirán a esa tarjeta.

Los sueños muchas veces se cumplen.  Los sueños colectivos son los más hermosos.

  

         

                       Capítulo doce

                  SE MULTIPLICAN LAS TARJETAS  

Jorge Luis pidió a su tarjeta un modem para obtener la información disponible y trazar un plan.Con su ayuda  todo el mundo tendría trabajo y se  acabarían las quejas y la tristeza:

   -Los quejosos se conectan con el diablo y los agradecidos con Dios. Trajo a la memoria Alicia.

   -Muy bien contestó la tarjeta sin prestar atención a las risitas contenidas de los demás. También agregó a la lista un  mouse nuevo, porque el dispositivo de la P.C. de Alejandra estaba muy gastado y Jorge Luis  debía usarla  mientras ésta dormía:

  -¿Y si te ven los viejos ? ¡Se te va a armar! -dijo Gustavo

   -No tengas miedo está todo previsto, tengo plena confianza en su proyecto.

    - Todos  roncan  -dijo el Chapa- parece que serruchan árboles.

   -No seas grosero -lo amonestó Fernando.

    -Me siento un internauta. Además nos va a  permitir hacer teleconfe-rencias para agilizar la distribución.

   Esa noche el rey Tiempo valoró la intensidad de los deseos de cada uno.

 Cristina era una de las que más deseaba poseer una tarjeta, aunque fuera  un ratito, ¡somos tan pobres¡  -insistía-  Jorge Luis le contestó a través de una pantalla que apareció  en su habitación:

   -Pobres son los que no tienen donde dormir, vos tenés una habitación muy linda. Me contaron que viene para vos  una tarjeta ¡ pedí algo!

   Inmediatamente solicitó trabajo para su mamá:

La tarjeta de la felicidad salto de la ventana y le indicó la dirección donde  debía presentarse ,munida de documentos y títulos.

 Apenas tuvo tiempo de salir de su asombro cuando la pantalla que contenía a Jorge Luis desapareció.

   Gustavo recorrió  autopistas informáticas. Se apersonó en  los lugares en donde llovía mucho. La tarjeta salvadora sacaba el agua con contenedores especiales. Estos esperaban su orden para depositarse en  lugares de sequía.

   En la mitad de la tarea casi chocó con su amigo  que venía por la ruta del trabajo con un grupo de entusiastas obreros:

   -Adherimos a la  cultura sh...

   a  la cultura sh... shm... de la imagen

                       sh...Shm... SHUM...

   -Andá con mesura Jorge Luis, -le gritó

   -¿Mesura? -¿dijiste? y ¿por qué?

   -Porque  en  todo hay  que usar el equilibrio -dijo María Sol saliendo de un ordenador-  ¡ también puede hacer daño!

   Él le envió  un beso y prometió regresar ni bien ubicara a los trabajadores.                   

   Sandro intervino:

   -No exageres  flaco.

   -¡Mirá quién habla!

   A éste se le había asignado la  tarjeta de la abundancia. Utilizó el correo electrónico y  se comunicó con los lugares donde había niños que se morían de hambre. Su tarea fue pesada. En todos los rincones se padecía  este mal.

 -Como estás excedido de peso este trabajito extra te va a venir bien -dijo el Chapa - y se guardó lo de "morfón" ya que a él se le confirió la tarjeta de la cortesía y debía cuidarse de los exabruptos. Además de divulgar  ideas relacionadas con la simpatía.

   -¡Buenos días ( gorda) princesita. ¿Tuviste sueños reparadores? Saludos (a la bruja) al encanto de tu mamacita.

   Jorge Luis estaba consciente que esta oportunidad era única y que todos saldrían beneficiados con la experiencia. Quiso  aprovechar al máximo el tiempo. A pesar de que tenía muchos deseos de ver a María Sol quería  que este no pasara para seguir con su tarea bienhechora.

    Alejandra  tuvo  sueños muy profundos y no se enteró de lo acontecido.

   Marta que esa noche padeció de insomnio al día siguiente mostró un mal humor desacostumbrado.

   -Yo soñé que era la reina de la informática -dijo Alejandra- y no creo en la historia de esas  tarjetas.

   -Una cosa es soñar y otra realizar. No hay que ser conformistas pero ... ¡vos sos una engreída a la violeta¡

   -Muy bien -felicitó el Chapa a Olivia- que para ese entonces había prometido no zafarse nunca más.

   Jorge Luis rió con fuerzas.

   - El Chapa dejó escuela flaco.

   -¡Sí!  en quien menos hubiéramos  imaginado.

   Jorge Luis  entró en un sueño tranquilo.  Sabía que había  cumplido una  misión superior. Eso lo hizo muy feliz.  





  



   



                      













                                               a Marianela y Alejo

                                  





























Capítulo uno

La mochila de Jorge Luis

Capítulo dos

La tarjeta magnética

Capítulo tres

Secreto de amigos

Capítulo cuatro

El monedero electrónico

Capítulo cinco

El Chapa se enamora de Olivia

Capítulo seis

El sueño de Jorge Luis

Capítulo siete

María Sol y las monedas de oro

Capítulo ocho

Reunión de navegantes

Capítulo nueve

El sueño de las ninfas

Capítulo diez

Los hacedores del espacio

Capítulo once

La tía macanuda

Capítulo doce

Se multiplican las tarjetas




















Pensamiento, y no hay nada que no podamos

lograr si lo deseamos fuertemente. Piensen en qué le pedirán a esa tarjeta.

Los sueños muchas veces se cumplen.  Los sueños colectivos son los más hermosos.

  

         

                       Capítulo doce

                  SE MULTIPLICAN LAS TARJETAS   


Jorge  @   Jorge   Arq. Gerardo Buzinel Arq. Gerardo Buzinel