26/5/13

EL NÚMERO (cuento con premio)


   Pensó en el escriba Carver, en Los 400 golpes, en los dos mil euros, la necesidad. La obsesionó el poco espacio, los bordes, los puntos, la longitud, las matemáticas con las que nunca me llevo, no NO fue al grano: iban cuarenta y cuatro.
   Nunca la había perturbado la hoja en blanco me exaspera el límite; la hoja alba es  la inmensidad, el juego perpetuo, la anchura.
   Peleaba y peleaba con la asignación,  la discriminación,  la tutela, el arbitraje académico y la mar en coche.
   Lejos de sentirse sola por la falta de coincidencias entendía más y la entendían menos ¿y la franja de Gaza?  la palabra límite no debe existir     afirmó-   ya iban ciento dieciséis.
  Al 16 le tenía mucha inquina porque su madre había muerto un dieciséis y el 100 no le gustaba porque tenía aprehensión a los ceros: enfatizaba  no es lo mismo si van adelante o atrás ¡y todo por las convenciones!   En general se llevaba mal con todos los números.
   Admiraba a García Márquez pero le reprochaba su trabajo de periodista. El cineasta   Truffaut la   seguía inspirando pero convenía  que hacía mucho tiempo había dejado   de usar la máquina de escribir.
 A ella le reprochaban  no  trabajar en algo seguro   viviré en  la vía antes ser docente,  atarme a los copetes o limitar las palabras   ya iban doscientos veinticuatro  ¡otra vez  el cuatro! ¿qué querrá decir?
   No afligirse queda resto, iba a juramentar  su amistad con los  paréntesis, las  matemáticas,  encuadres de cámara y demostrar su distinción por  el pequeño ángulo que deja la sombra de una hoja.
   Su  familia no entendía en qué empleaba el tiempo,  ella  sabía hacer sus cálculos y hacer valer sus treguas defiendo a ultranza la pensión del escritor ¡por si alguna vez me toca!
   No tenía problemas con los graffiti,  símbolos,  marcas del tiempo, pancartas,   géneros mezclados. Reía con la piratería de las leyendas,  veneraba las utopías en general : acaso no son una mixtura de  utopías y emblemas un Obama  destapando ollas en Guantánamo o  ¡a la Argentina no llega la crisis mundial!   
    Preguntó si  los ángeles de Marechal no habitaban  Buenos Aires junto a  los demonios siempre dispuestos a activarse y comprendió su tiña al margen  no es lo mismo que márgenes.
   Ese silencio de algunos, ese borde sin analizar  podía significar si desaparecieron por algo será; ya iban cuatrocientas palabras ¡listo! la  minificción para el concurso.