28/5/18

REPORTAJE A ÁNGEL MAGAÑA (no me lo publicaron - película El Juicio de Dios de Antonio Di Benedetto también abandonada

Reportaje sin publicar al actor Ángel Magaña cuando filmaba el cuento El Juicio de Dios, de Antonio Di Benedetto (película abandonada)
El autor de Zama, El Silenciero y cuentos memorables como El Caballo del salitral, se le ha negado siempre la posibilidad de llegar a los cinéfilos por más que El Juicio de Dios lo merecía y además en algún lugar deben estar las latas con lo mucho filmado de ese cuento.
En este momento el cine argentino es considerado y en la llamada época de oro se llegaron a filmar sesenta por año, en competencia con el cine mejicano.
Corrían los años de plomo y por una de esas casualidades el actor Ángel Magaña me solicitó dicho texto porque no lo conseguía y su próxima labor era interpretar a Salvador Quiroga, el personaje creado por Antonio Di Benedetto: “El actor no solamente debe estudiar el libro, si no la época en la que se desarrolla e inclusive la geografía. Con estos elementos y otros que hacen a la técnica podemos meternos dentro del personaje” –en este caso el jefe de una estación ferroviaria, superior autoridad del pueblo. Al parecer como si la el ferrocarril fuera suyo. Su uniforme era un símbolo de la ley reconocido por los pobladores en un villorio donde ni autoridades habían.
Según dijo Magaña era el primer largometraje del director Hugo Fili que se había formado al lado de Leopoldo Torres Nilson; contaban con el apoyo del Gobierno de La Pampa, en cuya provincia se filmarían los exteriores. Deduje que no sabían del tormento y exilio de Di Benedetto.
Compartían el trabajo la actriz Alba Mujica, encarnando a la vieja densa y suspicaz que a toda costa quería desenmascarar la paternidad atribuida a Salvador Quiroga, de la que son –entre otros-sentenciosos y brutales testigos el actor Romualdo Quiroga y Jorge de la Riestra. Queda en el misterio Juana, personaje incognito al que no se sabe si se le quiere hacer justicia o solamente hacer volver al rancho: porque la abuela ya está muy vieja para hacer las cosas.
Por ese entonces se veía al actor en apariciones en la televisión con tiras de sobremesa y en películas anteriores como Yo quiero morir contigo dirigida por Mario Soffici, de corte sofisticado con incidentes romántico-policiales, Adolescencia con dirección de Francisco Mujica y guión de Sixto Pondal Ríos y Carlos Alberto Olivari; una de las típicas muestras del cine cordial y sonriente. Magaña enseguida aclaró los hitos que marcaron su carrera; Su mejor alumno, basada en le figura de Dominguito, el hijo de Domingo F. Sarmiento, caracterizado por Enrique Muiño y dirigida por Lucas Demare. El guion correspondía a Ulyses Petit de Murat y Homero Manzi y La Guerra Gaucha sobre libro de Leopoldo Lugones, donde brilló la técnica de Demare en las batallas; probablemente la mayor reconstrucción hecha hasta ese momento por cámaras argentinas de un acontecimiento militar. Despliegue de medios materiales y humanos, cargas de bayoneta de la infantería, duelos de fusilería, encuentros cuerpo a cuerpo. Las constantes explosiones de la artillería enriquecieron el cuadro épico. Esta película se estrenó el 20 de noviembre de 1942 y fue la de más éxito del cine nacional. Batió records que se creían insuperables después de la estadounidense Lo que el viento se llevó. Diez y seis semanas seguidas en cartel. Allí Magaña personifica al teniente Villarreal, nacido en Lima y convencido de su deber de lealtad a España a quién alojan en la estancia de la patricia: Asunción Colombres personificada por Amelia Vence. Finalmente el uniformado se contagia de los ideales criollos y comprende que la causa de la libertad de América también es la suya. La mayor parte del rodaje se hizo en las montañas de Salta. Los gauchos defendieron la frontera septentrional del país durante el período de la Guerra de la Independencia en la que no hubo un ejército organizado. Su contexto histórico está dado por las acciones de guerrilla de los gauchos partidarios de la independencia al mando del general Martín Güemes contra el ejército regular realista que respondía a la monarquía española. Para la filmación de exteriores se construyó una aldea en la misma zona donde se desarrollaron los acontecimientos, con el concurso de unos mil participantes.
El actor había trabajado junto a Eva Duarte de Perón en la obra Cada casa es un mundo de Goycoechea y Cordone, estrenada el 19 de junio de 1935 donde Evita hacía un pequeño papel junto a Pascual Pelliciota y el propio Ángel Magaña.
Por qué éste actor quería protagonizar un personaje de Antonio Di Benedetto en los días que hacía una tira amable con su hija Julieta y las películas que se mostraban eran de sobremesa, donde afloraba el comediante Arroz con leche dirigida por Carlos Schliepper y Los ojos llenos de amor, basada en la obra teatral de Abel Santa Cruz.
-¿Cuándo comenzó su carrera?
-A los doce años formaba parte del conjunto infantil que dirigía Angelina Pagano. Mi vocación despertó en las representaciones en el colegio. En la compañía de La Pagano me pagaban treinta pesos por mes. Luego pasé a la Compañía de Armando Discépolo. Mi hermano Julio le preguntó si yo tenía condiciones, él contestó: usted cree que si no fuese así ¿lo tendría en mi compañía? Allí conocí a un hombre excepción: Enrique Santos Discépolo, él me prestó los primeros pantalones largos. Hasta los quince llevábamos pantalones cortos con medias hasta la rodilla y yo tenía que hacer una obra no apta para menores, en el Teatro Nuevo (Complejo General San Martín).
-Cómo eran los hermanos Discépolo.
-Enrique era afectuoso, cálido, vivaz, nervioso, sentencioso, satírico. Tengo la impresión que no era consciente de la trascendencia de su obra. Hacía todo jugando. No era ceremonioso ni depresivo como algunos piensan, si no brillante y vital. Armando era más doctoral, aparentemente más formal en su postura. Considero que los dos son pilares tanto en la dramaturgia nacional como en la expresión popular.
-¿Pagaban los empresarios?
-Con lo recaudado en la boletería. A veces con dilatadas esperas. Todo dependía del éxito o fracaso de una obra. En este ambiente son muy pocos los que terminan viviendo con el dinero ganado de su trabajo. Recuerdo con cariño a muchos saineteros autores del género chico en rascadas inolvidables. Creíamos que teníamos derecho a lograrlo todo ayer; con ese afán que tiene la juventud de querer todo antes. Los sueños, las pensiones sin pagar, los prostíbulos desvencijados que nos daban albergue cuando no teníamos para pagar la pensión. También me acuerdo de empresarios que terminaron muriendo en la miseria.
-¿Conoció a García Lorca?
-Llegó para el estreno de Bodas de Sangre (8-3-33) yo estaba en la Compañía de Eva Franco como partiquino. Me eligió para trabajar en La Niña Boba, de Lope de Vega con escenografía de Manuel Fontanals, el gran escenógrafo español que transformó el Teatro Comedia, de Pellegrini entre Sarmiento y Cangallo. García Lorca tenía una gran vitalidad, buen mozo, cetrino, pelo lacio, de contextura gruesa con un dominio total de la escena. En esa época los actores nos colocábamos en el escenario a la izquierda de la mesa del director y las actrices a la derecha. Me eligió para hacer el papel de maestro de baile. Cuando me lo dio me auguró éxito y los hombres socarronamente se rieron por la elección. Después del estreno me felicitó, puso su pulgar en mi frente como si fuera una bendición y dijo: trabaja tranquilo hijo y con fe, porque tu tienes el duende.
-¿Qué maestros reconoce?
-Armando y Enrique Santos Discépolo, Angelina Pagano, Eva Franco, Antonio Cunill Cabanillas; en el año 36 con la creación de la Comedia Nacional siendo él director del Teatro Nacional Cervantes, debutamos con Locos de Verano de Gregorio de Laferrere. Y por supuesto mis maestros más esclarecedores; Enrique Muiño y Elias Alippi, de quienes recibí las lecciones más directas y Mario Soffici, mi descubridor para el cine.
-Háblenos de Muiño.
-Un histrión perfecto, magnífico actor, generoso artísticamente: es lo más importante. Después de haber hecho cinco o seis películas como hijo suyo mucha gente creía que era mi padre en la realidad. Un día llevé al mío al estreno de una película y Alippi, con ese humor tan porteño, se lo presentó así: Ché Enrique te presento al padre de tu hijo.
-¿Y Alippi?
-Distinto a Muiño, era la parte cerebral del rubro. Inteligente, culto, enjuto. Su voz no le ayudaba mucho. La primera lección la tuve de él, estaba ensayando en el Teatro Nacional y a un actor le preguntó: usted en esta escena va a fumar porque si no le pongo un cenicero en el decorado. El actor sorprendido le contestó: en la representación no voy a fumar, era sólo para distraerme. Entonces le acotó: no lo haga en los ensayos, porque el día del estreno no va a saber qué hacer con las manos.
- Mario Soffici.
-Además de ser un magnífico actor fue quizá el primero que dio en la temática de la literatura y la historia de nuestro país. Por eso hoy me siento fortalecido al reencontrarme con un autor de la jerarquía internacional de Antonio Di Benedetto y en la fe puesta por el director Hugo Fili. Salvador Quiroga es un personaje delicado, uno de los más difíciles que me tocó en mi carrera donde los matices que tengo que sugerir son más de imagen que de letra. Es un tema denso, hay que reconstruir vías, caseríos, tren de época, ambientes. Todo muy arduo, pues la situación se basa en una de esas pequeñas y absurdas tragedias. Pequeñas causas que pueden producir grandes tragedias donde una sutil desviación puede romper el clima.
-Cómo se crea Artistas Argentinos Asociados.
-Se gestó en el Ateneo, éramos un grupo de gente que nos reuníamos en el café de Carlos Pellegrini y Cangallo, teníamos sueños, ideales y gran ilusión de hacer buen cine. La idea surgió porque ni Muiño, Alippi, Francisco Petrone ni yo teníamos trabajo. Después de haber realizado Prisioneros de la Tierra se produjo un impase porque se hacía otro tipo de cine. A las cinco de la tarde nos reuníamos Petrone, Sebastian Chiola, Arturo Garcia Burh, Muiño, Alippi, Pondal Ríos, Olivari; a veces Edmundo Guibourg, Amorim, Petit de Murat, Manzi (siempre) el pintor Enrique de Larrañaga, Después apareció un grupo político, donde venían los viejos fundadores de FORJA. Se jugaba a los dados, íbamos a ver algún estreno si participaba alguno de los integrantes. Cuando volvíamos a la noche –entre copetín y copetín- se hacía la vivisección. No se perdonaba a nadie. Así se fue conformando el compañerismo, la humanidad y sobretodo el afecto con Villita, Biondo, que eran los actores cómicos, con Castrito, a veces venía Dringue Farías, Demare estaba siempre y algún otro que se me escapa en este momento. A veces concurría Scalabrini Ortiz. A este hombre a Jauretche, Homero Manzi, por ese entonces Homero Mancione –hincha de River- y Luis Dellepiane los escuchábamos con fervor, puesto que tenían un gran sentido de lo nacional.
-Hablemos de algunas de las películas que realizaron.
-Iniciamos con El Viejo Hucha, de Darthés y Damel La Guerra Gaucha, Su mejor alumno. Todo un hombre, Pampa Bárbara, Nunca te diré adiós, El muerto falta a la cita, Donde mueren las palabras, aquí se suman las facetas artísticas de Maria Ruanova con coreografía de Margarita Wallman, la dirección musical de Juan José Castro y los maravillosos títeres de Podrecca.
Cómo compuso a Podeley el personaje de Prisioneros de la tierra (aclaro que el actor posibilitó que me pasaran esta película en el Museo del Cine y que lo convocaron para este film porque José Gola murió de peritonitis)
Había estado en la casa del escritor Horacio Quiroga en San Ignacio –selva, caminos de tierra colorada- dada la premura en estudiarlo me encerré en la pensión cuando vi pasar por la ventana un mensú. Iba a caballo y la mujer caminando, fueron al boliche de la esquina. Me fui para allá, hablé con el patrón y le dije que le pidiera las camisas, bombachas, polainas de lona, alpargatas, sombrero y machete. El mensú se extrañó con mi compra. Le dijeron que era un capricho de turista. Me fui a la pensión, la hice hervir, la puse a secar y al otro día me vestí con ella. Salí al campo donde estaban filmando y no me conocieron. El guion fue inicialmente preparado por Darío Quiroga, hijo Horacio. La idea de realizar la película fue de José Gola, por entonces simpatizante del grupo radical FORJA, quien le propuso el proyecto a Sóffici, también cercano a FORJA.
El argumento da cuenta de la explotación semiesclava de los trabajadores de la yerba mate, los mensús en Misiones. El conflicto principal se presenta entre Köhner (Francisco Petrone), capanga o capataz del yerbatal y el mensú interpretado por Ángel Magaña. El film está ambientado en 1915 y comienza con el reclutamiento de trabajadores en Posadas utilizando engaños para seducirlos y endeudarlos. En el viaje en barco hacia el yerbatal, el mensú y la hija del médico simpatizan, lo que despierta los celos del capanga quien se venga y castiga físicamente al trabajador. Método habitual de disciplina en los yerbatales. La película finaliza con una tragedia, el violento enfrentamiento entre los mensúes y las autoridades del establecimiento.
-¿Por qué decayó nuestra industria cinematográfica?
-Por razones políticas, sociales y económicas. En una época se repartía a dedo a quién se le entregaba el celuloide. Luego de ese proceso, la terminación de la guerra mundial dejó libre competencia al cine extranjero, que más que por su calidad surtía con cantidad las salas de nuestro país y luego los costos y la falta de una auténtica ley de cine que apoye, auspicie y proteja este arte-industria.
-Dónde se siente más cómodo en la comedia o en el drama.
-En los dos géneros siempre y cuando no se utilice el golpe bajo para hacer reír o llorar. Donde los elementos que deba jugar el actor sean de clase y calidad. Los dos son igualmente difíciles. Puede hacerse reír por la caída con la cáscara de una banana o llorar por la muerte de una madre. Todo depende de cómo este colocado, al servicio de qué y el por qué. Un autor puede usar estos elementos con mayor o menor dignidad o inteligencia. Quiero hacer notar que no hay gran actor sin un gran autor detrás.
-Qué salidas ve para nuestro cine
-El cine argentino produce de treinta a treinta y cinco películas anuales. Como industria y fuente de trabajo esto es importante pero en la llamada época de oro se llegaron a filmar sesenta por año. Casi se toma el mercado de habla castellana en plena competencia con el cine mejicano. Lamentablemente ahora falta calidad. Hay que hacer un cine que sea nuestro auténticamente. A mi entender debe nutrirse de nuestra literatura e historia, con hechos civiles y militares e inclusive incursionar en la literatura latinoamericana y trabajar para latinoamericanos, sin pensar demasiado en los certámenes seudo-artísticos de los festivales europeos. Esto posibilitará que nos conozcamos y nos conozcan.
Él actor que interpretó cincuenta películas, había nacido al lado del arroyo Maldonado. Comenzó en la niñez a transitar este difícil camino; recorrió el país haciendo teatro desde entremés – pinceladas escritas por Francisco del Castillo- hasta El Huevo, de Fèlicien Marceau, Kilómetro 111, de Enrique Amorín, a Los Chantas, de Norberto Aroldi. .
Fue además buen bailarín de tango y bailaba de chico el charleston en las esquinas de su querido Villa Crespo. Siempre aseveró que no era un intérprete del tango porque él se sentía tango.
Ligado a grandes escritores murió sin que terminasen El Juicio de Dios (película abandonada) sobre libro de Antonio Di Benedetto.
HILDA GUERRA
Ángel Magaña trabajó con Evita.
“no hay gran actor sin un gran autor detrás”
“Enrique Santos Discépolo me prestó los primeros pantalones largos. Hasta los 15 llevábamos cortos con medias hasta la rodilla”
“recuerdo rascadas inolvidables, los prostíbulos que nos daban albergue cuando no teníamos para la pensión”
“Fui partiquino en la compañía de Eva Franco.
“Después de Prisioneros de la Tierra no teníamos trabajo y creamos Artistas Argentinos Asociales
“En esa época los actores nos colocábamos en el escenario a la izquierda de la mesa del director y las actrices a la derecha”
“Garcia Lorca me dijo: trabajá tranquilo hijo y con fe porque tienes el duende”
“Mario Soffici fue mi descubridor para el cine”
“La primera lección la recibí de Alippi”
“Para personificar a Podeley le compré las ropas a un mensú y le dijeron que era un capricho de turista”
“En las reuniones iban también viejos fundadores de FORJA, A veces Scalabrini Ortiz, Jauretche, Homero Manzi (por ese entonces Homero Mancione)”
“Soffici fue el primero que dio en la temática de la literatura y la historia por eso hoy me siento fortalecido al interpretar a Antonio Di Benedetto.

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