Desde la
primera imagen de la película imaginamos que ese personaje que mira el río es
el que DI BENEDETTO describe con parsimonia en su magistral novela ZAMA.
Es víctima
de la espera, padece la imposibilidad de la comunicación siempre, con lentitud
extrema en su doble partida hacia la muerte. Va hacia ella no como una
salvación, ni siquiera como una circunstancia, sino una necesidad. Lo deriva su
puesto (funcionario letrado español, que aguarda ser trasladado a fines del
siglo XVIII) para cumplir un mandato sin extorsionarse del todo. Busca una
libertad que no está allá ni acá.
No hay
garantías para su pedido: el hambre por la falta de pagos se acentúa y se
hospeda en una taberna atendido por mulatas hasta llegar al punto de que su
secretario le invita una comida.
El problema
de la identidad aflora siempre, viven desarraigados de su entorno a la espera
de un orden externo que los salve y justifique.
Con la
esperanza de atrapar a un bandido: Diego de Zama (en la piel del actor Daniel
Giménez-Cacho), emprende la demostración de su última imposibilidad. Para ello
debe cruzar el límite de la civilización junto a una tropa de despojados, un
ejército indígena famélico. Una tribu de indios ciegos guiados por niños, iban
a un lugar donde ya no hay civilización alguna.
ZAMA es el
cuarto filme de la cineasta argentina LUCRECIA MARTEL; ella confesó que una
obra maestra como la novela de DI BENEDETTO genera: una euforia loca, un deseo
de crear. Y a mi entender lo logró. Entre los extras los Qom son mayoría y
hacen rancho aparte: no se mezclan con los actores profesionales y comen con la
vista clavada en el plato. Rodada –además- en el Chaco argentino, allí están
las comunidades qom, wichí, pilagá, chorote y mocoví.
Cuenta con
un elenco internacional Daniel Giménez-Cacho (mexicano) la española Lola Dueñas
y los argentinos Juan Minujín y Rafael Spregelburd, destacándose el logrado
mexicano.
Selva
Almada, escribió un libro sobre el rodaje. En el film los sonidos se
amplifican, el agua suena, los animales parecen hablar y los paisajes cuentan
con una lente muy virtuosa y lírica.
Sabemos que
tuvo un intento anterior, en los 80 que no prosperó de Sarquís como director,
creo que con esta coproducción, española- brasileña-argentina, nuestro gran
mendocino ANTONIO DI BENEDETTO, desde otra dimensión, estará contento.